Home
El Eco
Noticias
Juridico
Senderismo
Conocer
Planos y mapas
La Asociacion
Estatutos
Enlaces
Contacto
Casas rurales, hoteles, cortijos,
y otros servicios
en el Parque

Visita nuestros Patrocinadores
  Camisetas de la Asociación
Diferentes tallas, modelos y colores
Descúbrelas
y cómpralas
 
Síguenos en

Sitemap

Aviso legal
Política de cookies
Política de privacidad

Webdesign: espacioazul.net

 
 
 
 

Nomioides, las abejas del taray

El taray, también conocido como tamariz, taraje o tamarisco, es un arbusto que puede alcanzar una altura de hasta 10 m, convirtiéndose, así, en un árbol que puede llegar a tener un porte variable. Posee unas raíces que se extienden mucho, lo que le facilita penetrar en el subsuelo para conseguir el agua necesaria. El tronco puede llegar a ser, según crece el arbusto, muy grueso y retorcido, ramificándose desde la misma base; la corteza es agrietada, de color pardo a agris oscuro. El taray se ramifica mucho y tiene hojas de color verde, diminutas, alternas, en forma de acícula o escama, que recuerdan de alguna manera a las de los cipreses.

Foto: Tarays en San Miguel de Cabo de Gata, con Sierra Nevada al fondo, © AC

Las flores son muy pequeñas y numerosas, formando racimos densos y alargados, de colores que varían, generalmente de blanco a rosa vivo, pasando por tonalidades intermedias. La floración se puede extender más o menos según el lugar donde nos encontremos; teniendo en cuenta las distintas especies y las variaciones del clima, podríamos decir que puede haber tarays en flor en nuestra provincia desde marzo hasta agosto, aunque su época central de floración es de mayo a julio. Finalmente, en otoño se produce el fruto, que tiene forma capsular y pequeño tamaño (no alcanzan 1 cm de longitud). Es de destacar, asimismo, que esta planta desprende un olor característico, lo que hace que, a una cierta distancia, podamos anticipar su presencia.

Botánicamente, el taray pertenece a la familia de las tamaricáceas y al género Tamarix. Existe otro género, Myricaria, pero es mucho más escaso en Almería. De Tamarix se han citado hasta cinco especies en nuestra provincia, dos de ellas endémicas pero, sin duda, las más frecuentes y abundantes son Tamarix africana y Tamarix gallica. Ambas son muy similares, al menos en su apariencia general.

Se le ha dado varios usos, tales como planta astringente, por la presencia de sustancias tánicas en su composición, sustancias que también han sido aprovechadas para teñir y curtir la piel. Sin embargo, su principal uso actual es ornamental: con esta planta se construyen setos que, por su plasticidad y gran desarrollo potencial, unido a su belleza en los meses de floración, no tienen nada que envidiar a multitud de especies exóticas que se están introduciendo hoy en día, a menudo de manera indiscriminada.
El taray es un arbusto emblemático de Almería. Ya que es prácticamente indiferente al tipo de suelo (salino, arcilloso, nitrogenado, contaminado,...), aguanta mucho los ambientes erosionados, en los que el sustrato orgánico es pobre. Soporta suelos con poco contenido en agua, pero también se adapta a riberas, por lo que está particularmente naturalizado en las torrenteras y, sobre todo, en las ramblas, donde forma comunidades con los carrizos. De aquí procede el éxito colonizador del taray en nuestra provincia, donde ocupa desde el nivel del mar hasta algo más de 1.000 m de altitud. Es espectacular ver las formaciones de Tamarix en las ramblas de la zona de Tabernas, constituyendo la vegetación típica de “bosque de ribera” pero, en lo que afecta al Cabo de Gata, hay que indicar que es la única especie autóctona que puede llegar a alcanzar porte arbóreo. Esto le confiere una gran importancia, pues pasa a representar un papel esencial en el ecosistema del Parque, al albergar multitud de especies animales que lo usan como cobijo, reposadero, lugar de encuentro de sexos y como fuente esencial de alimento.

Entre los grupos animales que dependen casi exclusivamente del taray en el Parque, hay que destacar unas pequeñas abejas, pertenecientes a la subfamilia Nomioidinae, dentro de la familia Halictidae. Son las Nomioides, de tamaño diminuto (entre 2,5 y 5,0 mm), de color negro, azul o verde metalizado y con manchas amarillas por el cuerpo de amplitud variada, y muy poco pilosas. Su pequeño tamaño las hace idóneas para explotar el néctar y el polen que proporciona el taray, pues pueden introducirse completamente dentro de sus florecillas de corta corola.

Además de esta planta aprovechan el alimento proporcionado por otras, pero siempre de flores pequeñas. Construyen los nidos en suelos sueltos o arenosos; están construidos a partir de un orificio de entrada que mide unos pocos milímetros de diámetro y da acceso a una estrecha galería principal (hasta 3,5 mm de diámetro) que desciende perpendicular a la superficie. La entrada al nido, en tiempo lluvioso, es sellada por las abejas, empleando partículas del suelo. La galería vertical progresa hacia el interior del suelo, alcanzando una profundidad máxima de entre 25 y 30 cm; presenta celdas subhorizontales, una en el extremo de cada galería lateral, y cada una de éstas se rellena con tierra después de que la madre haya aprovisionado la celda y haya puesto un huevo.

Foto: Antonio Aguirre Segura - Fco. Javier Ortiz Sánchez

Estas celdas laterales están construidas progresivamente según la construcción avanza hacia abajo; están en el extremo de pequeñas galerías de hasta 8 cm de longitud y hasta 2-2,5 mm de diámetro. En el extremo inferior del nido suele haber una galería vertical, prolongación de la principal, ciega.

Las celdas tienen forma oval, miden unos 5 mm de longitud por 2-2,7 mm de grosor y tienen paredes lisas, tapizadas por una secreción que produce la madre. Normalmente se construyen hasta 20 celdas por nido. En ellas, la hembra prepara una bola de polen amasado con néctar a la que da forma esférica y que alcanza hasta 2,5 mm de diámetro, encima de la cual se deposita cada huevo.

Las Nomioides presentan, normalmente, un solo ciclo de vida al año, pero también se conocen casos donde estas abejas pueden producir más de una generación anual. Se ha descrito la posibilidad de que en los nidos hayan participado y colaboren varias hembras, que aprovisionarían juntas las celdas, lo que sería el inicio de grupos comunales, una fase previa a la organización social. Sin embargo, no hay evidencia de la presencia de castas (distintos tipos de individuos, tanto morfológica como funcionalmente). Otro rasgo llamativo de estas abejas es que, después de salir del nido donde nacieron, pasan una fase de hibernación en estado adulto (cuando lo normal es pasar la hibernación como pupa), escondidas en algún lugar protegido, del que saldrán el año siguiente para construir su propio nido.

Se trata de un grupo de abejas que posee pocas especies, que se presentan en Asia, sur de Europa y norte de África (más las Islas Canarias), y habitan biotopos áridos y semiáridos, por lo que el Parque Natural del Cabo de Gata-Níjar representa su ambiente óptimo. En Almería existen tres especies, y las tres las hemos encontrado en el Cabo de Gata o en sus proximidades. Son especialmente abundantes en torno a las salinas, donde abunda el taray. Dada la buena adaptación del taray al suelo de estos entornos, y de estas abejas al taray, éstas son uno de sus agentes polinizadores esenciales.
Por tanto, podemos concluir que las abejas Nomioides y el taray forman una pareja insecto-planta que se necesitan entre ellos y que, además, son emblemáticos del Parque, pues ambos están perfectamente adaptados a sus condiciones ambientales y físicas

Fco. Javier Ortiz Sánchez
Grupo de Investigación “Transferencia de I+D en el
Área de Recursos Naturales”, Universidad de Almería