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A vista de pájaro

 
Torres y Castillos II

LA TORRE DESAPARECIDA
DE LA TESTA

La torre de la Testa se encontraba sobre el cerro del mismo nombre, en el Cabo de Gata. La torre se levantó en 1593, pero por defecto de construcción se vino abajo antes de su inauguración, siendo encarcelado por este hecho Sebastián de Castro, uno de sus fiadores, aunque poco después fue liberado para que terminara de levantar la torre. Una vez acabada funcionó para vigilancia de la costa hasta que fue derruida en gran parte por el terremoto sucedido el 31 de diciembre de 1658.

El privilegiado lugar a 343 metros de altura, se vino utilizando para observaciones, pero sin poder usar la torre, hasta que fue restaurada en 1769. En 1830 estaba dotada con un cabo y dos torreros que habitaban cortijos de la zona. La torre necesitaba de reparaciones, que no se realizaron, por lo que se fue arruinando cada vez más. En 1860 se habló de ubicar el faro en el lugar que ocupaba dicha torre, pero el proyecto cambió y se situó bastante más bajo, en la plataforma del Fuerte de San Francisco donde se encuentra en la actualidad.
En los primeros años del siglo XX aún se hablaba de las ruinas de la torre de la Testa, pero en 1932 el arqueólogo alemán Adolf Schulten intentó localizarla y no encontró restos de la torre, que había quedado desaparecida para siempre.

 

EL FUERTE DE SAN FRANCISCO DE PAULA

El actual faro de Cabo de Gata está construido sobre la plataforma del antiguo Fuerte de San Francisco de Paula, que a su vez se asentaba en la Punta del Cuchillo o Morrón del Cabo de Gata. Actualmente se identifica a dicha punta como el Promontorio Charidemo (fenicio), cabo o promontorio de Venus (romano), promontorio de las Ágatas o Cabo de Gata; pero antiguamente era el Cerro de la Testa, el que se identificaba como Cabo de Gata.

Foto: Faro de Cabo de Gata, © MS Foto: Plano del fuerte de San Francisco

El fuerte de San Francisco o del Corralete, proyectado por Felipe Crame, se construyó durante el año 1737. Para proteger las obras se trasladaron a las inmediaciones dos cañones que habían servido anteriormente para proteger las del fuerte de San José, debido a la presencia continua de piratas. Los materiales para su construcción se embarcaron el 2 de Abril de 1737, llegando a su destino el día de San Francisco de Paula, por lo que se le aplicó dicho nombre a la construcción. Las obras avanzaron contra temporales, incursiones y diferencias de presupuesto, hasta que en noviembre del mismo año, ya muy próximas a su conclusión, se paralizaron por falta de haberes. Tras diversos avatares para conseguir presupuesto, la obra se concluía en junio de 1738 quedando a falta de dotación de personal y de la artillería necesaria para su defensa, ya que había quedado sólo con los dos cañones de hierro que defendían las obras, siendo capaz de alojar hasta seis cañones de mayor calibre.

Entre 1739 y 1740 se dotó de una guarnición con un sargento y ocho soldados procedentes de la compañía de Nijar. El fuerte tuvo muchos problemas de dotación, las deserciones y la falta de presupuesto fueron constantes hasta la segunda mitad del siglo XVIII. En 1758 estaba dotado de un alférez, un sargento, diez soldados y un guarda almacén. También había sido dotado con cuatro cañones.

El 20 de noviembre de 1797, naufragó ante el fuerte un barco místico español procedente de Alhucemas, que se dirigía a Melilla con un príncipe, hermano del rey de Marruecos. Una comitiva de Almería vino hasta el fuerte para comprobar la salud de los náufragos y llevó a Almería al Infante Muley Acelema con su séquito, dándole grata acogida y alojamiento. Lo más sonado fue el rifirrafe que se vivió entre el rey Carlos IV y el Ayuntamiento de Almería para decidir quién pagaba los gastos de esta inesperada visita.

Tras la guerra de la Independencia el fuerte quedó inútil por la falta de reparaciones y porque los franceses se llevaron los cañones de bronce, dejando varios de hierro que no servían para nada.

En 1863 se levantó sobre la misma batería circular del fuerte, el faro del Cabo de Gata; construyéndose también viviendas para los torreros, variando así en gran manera su estructura original. Desde entonces ha funcionado dicho faro, tomando el protagonismo del carismático lugar y siendo de gran utilidad a los navegantes, pero relegando al olvido a su antecesor: el fuerte de San Francisco de Paula que nunca debió desaparecer.

Mario Sanz

La mayoría de la documentación proviene de los libros de Antonio Gil Albarracín