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Gente del Parque

El Hafed El Hamel

 

Entrevista en abril 2010 en San José

¿Te acuerdas cuando viniste por primera vez al Cabo de Gata?
Primero vine a Almería. Era en 1997. Vine de Francia. Cuando decidí salir de Marruecos para buscar un futuro en Europa, primero me fui dos o tres veces a Francia, tengo familia allí, pero me di cuenta de que Francia no era mi sitio.

¿Por qué no?
Por diferentes razones. Primero el tiempo, hace mucho frío. Luego la vida va muy rápida, todo el mundo tiene prisa. Estaba en Paris, bueno en un pueblo cerca de Paris. Luego decidí venirme a España, tengo familia en Murcia. Cogí el tren Paris-Barcelona, Barcelona-Murcia. Hablando con mi familia en Murcia me dijeron que había la posibilidad de sacar un permiso de residencia y me querían ayudar. Pero a mí no me gusta que me hagan cosas que puedo hacer yo mismo, puedo pedir que me ayuden en cosas que no sé hacer, pero si sé hacer algo, quiero hacerlo solo. Entonces cogí el autobús de Murcia para ir a Almería.


 

¿Por qué Almería?
Porque ya había escuchado en Marruecos hablar de Almería, de que había muchos marroquíes allí.

¿Tú en este momento hablabas español?
No, casi nada, muy muy poco.

¿Hablas otros idiomas?
Si, hablo francés, ingles y poco alemán.

¿De dónde viene eso de saber tantos idiomas?
Es por el trabajo que hacía en Marruecos. Tenía una tienda en Tiznit, en el sur del país, cerca de Agadir, donde había mucho turismo. Allí he vendido artesanía, plata, cosas para turistas. Soy artesano, he aprendido a trabajar la plata. Tiznit es famoso por la artesanía de la plata. Pero por la guerra del Golfo en 1991 los turistas dejaron de venir y la tienda ya no me funcionó. Por esto tuve que buscar una solución y decidí salir del país, tal como hacen muchos, a buscarme la vida en Europa.

Foto: El Hafed El Hamel © LF  
     

¿Cuándo llegaste a Almería, cómo fue?
Llegué a Almería a las tres de la tarde a la estación de autobuses y busqué un hotel. Cogí un taxi y el taxista me preguntó: ¿qué hotel quieres?, y yo le dije: un gran hotel, y me llevó al Gran Hotel de Almería. Me pedían veinticuatro mil pesetas para una noche, y claro, no podía, y tuve que buscar otro hotel más barato. Al día siguiente iba por la calle y no conocía a nadie y nada, había dejado la maleta en el hotel y me encontré por casualidad a un marroquí en la estación de autobuses. Hablé con él, se llamaba Hasan, era de Casablanca y le pregunté: ¿Cómo lo hacéis aquí para sacar un permiso de residencia? Y él me explicó que acababa de sacar un permiso de residencia para su hermano y que si estaba de acuerdo me haría lo mismo.
Entonces yo le pregunté: ¿Pero depende cómo lo vas a hacer, sin dinero, con dinero, como favor, o cómo?, Y me pidió cien mil pesetas. Le dije que vale, que estaba de acuerdo. Sabía que me faltaba un precontrato de trabajo, era lo que busqué con la ayuda de Hasan. Hasan vivía en Campohermoso y allí me organizó un precontrato y así entregué toda mi documentación en una gestoría en Campohermoso. Pero yo seguía viviendo en el hotel en Almería.

¿Cuánto tiempo has estado allí?
Hasta que se me acabó el dinero, por lo menos veinte días.
Me salió el precontrato de trabajo, me llegó algo de dinero desde Francia y entré en el limbo: o me iban a dar la residencia o no me lo iban a dar,… dependía de si el jefe que había firmado el contrato de trabajo estaba legal y limpio con el Gobierno o no. Ahí yo no controlaba nada, esto sólo iba por confianza con Hasan.
Yo no podía esperar más aquí, porque el procedimiento tardaba por lo menos tres o cuatro meses para que me saliera denegado o favorable. Había dejado en Tiznit mi tienda, mi familia, mis niños y no podía esperar más. Dejé todos mis datos a Hasan y cogí el autobús para ir a Tiznit.

¿Pero habías llegado desde Francia con un visum, o no?
Sí, a mí el Gobierno de Marruecos me daba un visum por ser artesano, ningún día he estado en Europa ilegal. Pero cuando había vuelto a Tiznit se me acabó el visum y ya no podía salir. Tenía que esperar. Esperé cinco o seis meses, y por fin me dijeron desde el consulado de Rabat que era favorable, que me podía ir a recoger el visum para regresar a España, para sacar el permiso de residencia para un año.

Estabas contento, me imagino.
Sí, muy contento. Lo que pasa es que en los papeles que salían en Rabat estaba mal escrito mi nombre. Faltaba una letra. Por eso me denegaban el visum. Así que yo estaba allí sin posibilidades de poder arreglar este fallo ortográfico que habían cometido en la Oficina de Extranjeros. Hasan no tenía tiempo para hacer nada, estaba trabajando en el invernadero.

¿Ya habías pagado a Hasan?
Sí claro, ya había pagado a Hasan, había pagado al consulado de Rabat, todo estaba pagado. Pero bueno, tenía que buscar una solución. Tenía un amigo en el mismo pueblo donde yo vivía, y él conocía a una mujer española que vivía en Madrid y que se llama Maribel. Y como ella hablaba francés la llamamos y le pregunté si quería venir a Agadir y ayudarme a solucionar el problema que tenía. Ella dijo que tenía tiempo, porque no tenía trabajo, pero no tenía dinero para hacer un viaje, y me dijo: si tú quieres pagar todo, vendré.

¿En qué trabajaba esta mujer?
No lo sé. Sólo era una conocida de mi amigo y hablaba francés y queríamos que hiciera este favor de venir a Marruecos para llevarse mis papeles, mi pasaporte y todo, para llevarlos a la Oficina de Extranjeros en Almería para que ellos lo corrijan y para que en Rabat recibieran la documentación con mi nombre correctamente escrito.

¿Y la mujer vino?
Sí. Cogió el avión en Madrid y la busqué en el aeropuerto de Agadir. Nos fuimos a Tiznit, ella vivió con mi familia, y después de unos cuatro días otra vez el avión Agadir-Madrid, y luego el tren Madrid- Almería. Ella se fue a la Asociación de Almería Acoge, y ellos allí en Almería Acoge lo arreglaron todo. Entonces la señora Maribel otra vez Almería-Madrid, Madrid-Agadir en avión.

¿Y todos los viajes los pagaste tú?
Sí claro, todo, viajes en avión, en tren, su comida, todo.

¿Era simpática?
Sí muy simpática, y siempre solía llamarme en los primeros años cuando estaba aquí. Siempre se interesaba en cómo me iban las cosas. Ahora hace ya unos tres o cuatro años que no tenemos contacto.
Luego me dieron el visum para salir y me fui a Campohermoso para encontrarme con Hasan, pero él ya no estaba.
Tenía que buscar la gestoría para sellar el papel del precontrato y me fui allí y le pregunté: ¿qué es lo que tengo que hacer ahora? Me explicaron que necesitaba ahora una firma del jefe, del mismo jefe que me había firmado el precontrato. Era él quien tenía que darme ahora el contrato de trabajo. Yo no sabía cómo hacer esto, no había conocido a este jefe nunca y no sabía si quería o no.
Así que desde la gestoría llamaron a este dueño de un invernadero en Campohermoso y le preguntaron por las condiciones bajo las que me quería firmar un contrato de trabajo. Me dijeron: vale, pásate por aquí mañana. No me acuerdo exactamente si era el día siguiente o uno o dos días después que me presenté en esta gestoría. Bueno, el jefe me pedía ochenta mil pesetas para firmar un contrato de trabajo. Por supuesto yo no estaba en la situación para decir que no, y así dije, vale, vale, se lo pago.
Después desde la gestoría presentaron toda mi documentación en la Oficina de Extranjeros. En este momento eran ocho meses que uno tenía que esperar hasta que salga el permiso de residencia. En estos ocho meses no tenías el derecho ni de trabajar, ni de alquilar una casa, ni de ir al médico, ni conducir, ni comprar un coche, y tampoco te permitían salir del país.

¿Pero de qué has vivido en este tiempo?
Con dinero que me había traído de Marruecos. Y cuando se me terminó llamé a alguien de la familia, o en Francia o en España para que me mandasen algo. A veces me mandaban el dinero en dirham, moneda de Marruecos, por un conductor de autobús entre Casablanca y Paris. Y yo me iba a Málaga o a otra parada de este autobús para recoger lo que me mandaban.
Pero algo tenía que hacer, no podía quedarme quieto. Tampoco quería instalarme con otra gente en un cortijo entre los invernaderos de San Isidro y Campohermoso. Llamé a uno que conocía de mi pueblo de Marruecos que se llama Majid, él vivía en aquel tiempo en Castellón y me dijo que podía ir. Allí me quedé con él casi siete meses.
Cuando me llamaron de Almería Acoge para decirme que tenía la residencia, cogí otra vez el autobús. Aquí en Almería en la Oficina de Extranjeros pagué la tasa y di la huella del dedo y tuve que esperar veinticinco días más.
Pero cuando tenía en mano este tan deseado permiso de residencia no me quería quedar ni un minuto más, y directamente me cogí el autobús para ir a Marruecos. Me podía quedar seis meses, más no me permitían.
A la vuelta a España primero compré un coche. Había traído mucha artesanía de mi tienda en Tiznit. Quería venderlo aquí. Quería seguir con el trabajo de toda mi vida.
Empecé con mercadillos, de una manera ilegal, porque mi residencia solo permitía trabajar en la agricultura local, así se decía en el permiso de residencia del primer año.
Hacía mercadillos en Mojácar, Vera, Garrucha, Carboneras y también vine a San José y me ponía en la calle, frente al kiosco.
Después del primer año me cambiaron el permiso de residencia para dos años y cambiaron agricultura local por agricultura nacional. Después me dieron residencia para tres años, y allí ya no aparecía lo de la agricultura sino: autorizado a trabajar por cuenta propia o cuenta ajena. Luego me dieron para cinco años y después residencia permanente.

Cuando empezamos la entrevista te había preguntado cuándo viniste por primera vez al Cabo de Gata.
Fue para hacer mercadillo en San José en 1998. Y el primer cliente que me compró algo fue Mimi, la francesa, que trabajaba entonces en Kaktus, la mujer de Thun, del Plátano Azul. Me compró una pulsera de cuerno y plata.

¿Cuando estabas en San José, también te fuiste a las playas?
¿De qué manera ir a la playa?

Para estar en la playa, para bañarte...
No, en este momento eso no me interesaba. No tenía la posibilidad. ¿Cómo puedes ir a la playa cuando no tienes nada y no estás trabajando legalmente? No tenía ganas en este momento. Pero después, cuando las cosas se mejoraron un poquito, sí fui a la playa.

¿Desde cuántos años tienes la tienda Aladino en San José?
La primera tienda fue en 2000 donde ahora está la cafetería La Luna, y después me trasladé a este local al lado del kiosco donde estoy desde 2001.

¿Te afecta la crisis económica que tenemos ahora?
Me afecta mucho. Antes había muchas puertas abiertas para traer mercancía de Marruecos. Aquí los bancos me daban préstamos para ir a comprar, y ahora no. En Marruecos tenía facilidades con mayoristas que ahora ya no tengo, porque ellos allí también sufren de la crisis europea.

¿Al final, qué dirías, ha valido la pena dejar a los tuyos en Marruecos y venir para acá?
Después de haber salido no me he arrepentido hasta 2008 cuando aquí empezaron los problemas económicos. No hay que olvidar que yo había venido a Europa para buscar un futuro que antes en mi país no había. Esto ha cambiado. Ahora también hay posibilidades en Marruecos.
Al otro lado durante estos años que he estado aquí he podido traer a mi hijo mayor, que está trabajando en Canarias desde hace diez años, y a mi hija menor, a la que han dado el permiso de residencia el año pasado. Sabiendo que ellos también pueden tener un futuro en Europa, como padre me hace estar muy contento
Yo por mi parte he encontrado mi sitio en San José. Gracias a Dios y a unos amigos y algunas personas más que me han apoyado, he podido montar y mantener hasta este momento la tienda Aladino, y si Dios quiere, me quedaré.

Entrevista realizada por Lisa Frohn

La entrevista entera en www.cabodegatalife.com