Home
El Eco
Noticias
Juridico
Senderismo
Conocer
Planos y mapas
La Asociacion
Estatutos
Enlaces
Contacto
Casas rurales, hoteles, cortijos,
y otros servicios
en el Parque

Visita nuestros Patrocinadores
  Camisetas de la Asociación
Diferentes tallas, modelos y colores
Descúbrelas
y cómpralas
 
Síguenos en

Sitemap

Aviso legal
Política de cookies
Política de privacidad

Webdesign: espacioazul.net

 
 
 
 

Viaje literario por el Parque

Para conmemorar el Milenio de Almería reproducimos este poema de Julio Alfredo Egea (Chirivel, 1926), que pertenece al poemario titulado Desde Alborán navego (2003). Recientemente el IEA ha publicado en cuatro volúmenes su obra completa en verso y prosa, permitiendo una merecida acogida y una mayor difusión de su intensa labor como poeta. En otra ocasión bucearemos por los Poemas del Cabo de Gata, una serie que dedica a Campohermoso y Níjar, al arrecife de las Sirenas, a las Salinas, a Torre García.

Julio Alfredo es un poeta de muchas notas y de altos vuelos que, entre asombros y regresos, recaló durante unos años en el parque y navegó por sus aguas cristalinas. De ahí el homenaje selectivo de este libro, donde se suceden los versos y las olas, presidido por el tema del mar, las islas, barrios sin aurora, los barcos de pesca, hasta este delicado recuerdo vinculado con el milenio.

Foto: Arrecife de Las Sirenas © Oscar Molina

XXXVII

Quizá en estas calas se refugió la flota
califal y pudieron levantarse arrecifes
al conjuro de un místico del siglo XI.
Pudo
acariciar este aire al salmo y al sollozo
de la historia.
Me siento
transfigurado y leve,
contemplando el desfile
que la razón despierta y reconstruye el bello
imaginar y gozo
un letargo de siglos...

Por las quillas del monte
he presenciado fuga de túnicas...
Despierto
contemplando al flamenco
que perdió la bandada
y abre interrogación paciente en la salina.

Historia, cultura, evocación lírica, ensoñación poética de intensa capacidad sugerente. Procedamos despacio y completemos la información.

El terceto inicial sitúa históricamente el recuerdo: siglo XI. El primer verso precisa su espacio: «estas calas»; finalmente los protagonistas: la flota califal y el místico fundador de la ciudad-reino independiente

Los estudios de Castro Guisasola (El esplendor de Almería en el siglo XI) sobre este periodo nos informan de la importancia de la dársena de Almería para la flota califal, unos cientos de embarcaciones, representando el primer puerto de Al Andalus.

El eslavo Jairán se convertirá en el primer señor de Almería y Denia, durante el primer periodo de los reinos de Taifas. Almería experimenta un siglo de oro cultural, social y económico.

A este desarrollo contribuyen los huidos de Córdoba tras la caída de Hixem II, como Ibn Hazan autor de El collar de la paloma, Ibn Jatib, Abuomar, etc.
Estos recuerdos se deslían en el aire como aroma de historia. Subyuga al yo poético que «siente» y «contempla» (el resto del poema). El primero expresa un sentir que le conduce a la empatía con el pasado mediante la transfiguración y el goce; el segundo es un despertar de la conciencia al presente para observar una interrogación dibujada en el símbolo del flamenco.

 
Foto: Frente al Arrecife de Las Sirenas © OM
 

No es una mirada amable, se trata de un ver dolorido, pues el animal ha perdido la bandada.

De este modo sutil Julio Alfredo nos envía dos mensajes de socorro: uno, por la historia mal entendida, otro por la pérdida de la naturaleza amenazada. Dos desarraigos, la cultura, ya historia «letargo de siglos», y la naturaleza huérfana que se planta en mitad de la salina interrogante.

El contraste historia-naturaleza nos deja una amarga sonrisa irónica al hilo de una nostalgia que el paso del tiempo vuelve ternura y goce, mientras el presente dinámico es una interrogación abierta en el horizonte,«interrogación paciente en la salina», un rosado flamenco huérfano y solitario destellando entre la blancura de la luz en la salina.

No es la única imagen afortunada del poema, también la metáfora «quillas del monte» nos ofrece una figura de la acantilada costa rocosa como barco y sus salientes semejan quillas de buques que navegan por mar; otra más se refiere a la morfosintaxis, por ejemplo los versos: «transfigurado y leve» con adjetivos; «imaginar y gozo», mediante verbos, que invitan a disfrutar de la lectura varias veces para descubrir la sutileza sugeridora que el poeta ha compuesto.

Este es el canto sostenido que late en todo el poema y los gerundios contribuyen a dotar de dinamismo y acción la conciencia alerta del lector y estructuran perfectamente el sentimiento central: «contemplando», un verbo de especial significado elegíaco (recuérdese la primera copla de Jorge Manrique), sí el desfile de la historia, también al flamenco que perdió la bandada.

Así el último verso concentra la dulce nostalgia paciente construida por la inteligencia y la imaginería poética, esa que Julio gusta de llamar, con la humildad que lo caracteriza, «oficio».

Miguel Galindo
Colaborador del equipo de redacción del Eco del Parque