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Economía social y solidaria

Economía social y solidaria, economía del bien común u otras formas de entender la vida y el mundo del trabajo.

Historia de la economía social y solidaria.
En 1859, Godin, el inventor de las estufas de leña en hierro fundido, fue el primer industrial, inspirado por el socialismo utópico, que se preocupó por el bienestar de sus empleados. Pensaba que los obreros también tenían derecho a acceder al mismo confort, que solo los burgueses disfrutaban en esos tiempos, para eso creó un modelo de empresa y, alrededor de esta, un conjunto de casas de estilo moderno con escuela, teatro, piscina, biblioteca, el conjunto se llamó “familistere”. Todos los actores de la empresa tenían acceso a estos servicios y también tenían las mismas ventajas independientemente de su puesto en la empresa. Esta empresa cooperativa ha funcionado durante más de un siglo hasta ser absorbida por un grupo industrial “Cheminees Philippe” en 1968.

La sociedad capitalista siempre ha tenido un formidable potencial para crear puestos de trabajo sin ningún interés humano, cuando no peligrosos, y se pide en general a los empleados que sean obedientes y que no piensen demasiado en la finalidad de su producción. La escasez de puestos de trabajo, muchas veces generada por el propio sistema, sirve para presionar de una forma intolerable a los empleados que se ven obligados a trabajar en condiciones cada vez más humillantes. Las personas frustradas no se realizan en sus puestos de trabajo. El éxito económico se mide en términos de productividad y de rentabilidad. Los indicadores como el PIB no dicen nada sobre las condiciones de trabajo, la felicidad y la salud de los trabajadores, ni sobre la utilidad de lo que se produce.

Para construir alternativas a este tipo de economía, se forman las primeras cooperativas en el siglo diecinueve por Europa occidental. En Inglaterra son cooperativas de consumo, en Alemania, cooperativas de crédito y en Francia son de producción; se iniciaron para cubrir la falta de democracia y dar sentido a su actividad. Las personas que se benefician de la puesta en marcha de las cooperativas son evidentemente los cooperativistas trabajadores, pero no solo ellos, también los clientes, los usuarios, los consumidores y asociados. Los bienes y servicios no son considerados solo como mercancías, sino más bien como productos útiles procedentes de la naturaleza y del trabajo.

Desde sus inicios la economía social ha tenido altos y bajos. Se puede decir que con la puesta en marcha de un capitalismo cada vez más depredador, que fomenta la crisis económica para poder imponer condiciones de vida y de trabajo cada vez más alienantes, actualmente hay de nuevo un renacimiento de esta forma de entender la economía.

¿Cómo se montan estas empresas cooperativas?
La economía social emana en general de la sociedad civil, los ciudadanos se unen para formar asociaciones, cooperativas, mutuas, etc. Estas personas comparten unos principios y tienen como objetivo realizar actividades económicas sin que el lucro individual sea la única motivación, sino que busca el bienestar social.

La economía solidaria es parte de la economía social, engloba todos los servicios para la comunidad, prestados por las asociaciones sin ánimo de lucro, que pretenden satisfacer las necesidades de la sociedad, a las que el sistema no da respuestas.

Principios
Los principios generales de la economía social y solidaria, como los de la economía del bien común, representan los siguientes valores humanos: confianza, honestidad, ayuda mutua, reciprocidad, equidad, responsabilidad, autogestión, cooperación, solidaridad, generosidad y compasión, entre otros. La gestión es democrática, de tipo asambleario y basada en la regla, una persona-un voto, sin tener en cuenta el capital o el tiempo pasado.

La utilidad colectiva o social del proyecto es muy importante, se tienen en cuenta la mayor repercusión social y el mayor número de personas afectadas positivamente.

Las personas son más importantes que el lucro. Al centrase en la valorización del ser humano y en el entendimiento y la colaboración en el trabajo permite la participación en una acción colectiva con la finalidad de generar el bienestar de sus miembros, de la comunidad y de su entorno. En estas formas de economía son muy importantes: el aspecto colectivo del proyecto, el desarrollo local, la lucha contra la exclusión, la protección del medio ambiente y la solidaridad internacional.

La finalidad de la economía solidaria es la emancipación de todos
En las cooperativas la ausencia de lucro individual no impide tener excedente, el justo reparto de estos constituye una de las reglas básicas.

En la actualidad las asociaciones y las cooperativas se desarrollan en muchos campos de actividad como agricultura, distribución, banca ética, comercio justo, energía….

En Francia la 1º AMAP (Asociación para el Mantenimiento de la Agricultura Campesina) nació en 2001, ahora son más de 1600 asociaciones-AMAP- y más de 200.000 personas implicadas. Son redes de productores y consumidores sin intermediarios que se apoyan mutuamente, los precios y la calidad de los productos las hace muy atractivas.

En general, a pesar de la crisis económica, la economía social crea empleos. Es un segmento de actividad que va aumentando y es una respuesta pertinente hacia las personas que el sistema desatiende.

Podemos preguntarnos: ¿Es posible una economía más igualitaria, menos destructora de los lazos sociales, más cuidadosa con el medio ambiente?

Para concebir una alternativa creíble al capitalismo moribundo habría que producir una teoría general que sea capaz de dar respuestas y reglamentar las condiciones y las formas de los intercambios entre personas, las relaciones entre los colectivos de economía social y las otras formas de economía y de qué manera interviene el estado para ayudar o para fiscalizar. Sería una revolución en las mentes y una transformación en la sociedad. En su libro “La economía del bien común”, Christian Felber da unas buenas pistas. Para él, las empresas que siguen los principios de la economía del bien común deberían obtener ventajas legales y las convencionales, que no se preocupan de las personas ni de la consecuencias negativas de su actividad, deberían ser penalizadas. Es todo lo contrario de lo que está ocurriendo en la actualidad, las empresas más depredadoras reciben más ayudas, los intercambios financieros desfiscalizados, los paraísos fiscales están a tope. Si queremos cambiar de rumbo hay mucho trabajo por delante.

Para saber más:

Redes de economía alternativa y solidaria:
www.economiasolidaria.org/taxonomy/term/926/all

Banca ética:
www.proyectofiare.com/web
http://coop57.blogspot.com.es/search/label/ANDALUCIA
www.triodos.es/es/particulares

Energía:
www.somenergia.coop
www.attac.es

Antonio Martínez